

El Cine nació en París el 28 de Diciembre de 1895, en el Salón Indio del Gran Café, en el número 14 del Boulevard de los Capuchinos.
El Cinematógrafo de los hermanos Auguste y Louis Lumiére, que fuera patentado por ellos el 13 de Febrero de 1895, no es más que la conclusión de los trabajos efectuados durante largos años sobre el estudio del movimiento, su registro y su reproducción sobre una pantalla. Curiosamente, es el último de estos tres problemas, el que primero había recibido una solución aproximativa, gracias al aparato denominado Linterna Mágica, que permite la proyección de imágenes fijas, a las que ciertos subterfugios y trucajes, daban la apariencia de movimiento.
Para algunos autores el origen de la Linterna Mágica se remontaría al Egipto de los Tolomeos, mientras que para otros, la sitúan en el siglo 17, cuando el jesuita Athanasius Kircher mejoró sensiblemente dicha linterna.
Cuando los diferentes investigadores que se interesaban por el fenómeno de las imágenes en movimiento pudieron, por una parte, disponer de una cámara fotográfica, que permitía el registro de una serie de imágenes componiendo un movimiento y, a la vez, apoyarse sobre un principio científico que fijaba las condiciones de reproducción de ese movimiento, se pudo avanzar hasta llegar al cinematógrafo de los Lumiére.El principio que les permitió comprender mejor el fenómeno del movimiento, a los entusiastas investigadores de aquellos años, fue formulado por el físico belga Joseph Plateau en 1829, con el título de la “Persistencia de las impresiones retinianas”, la cual establece que la persistencia tiene una duración de una décima de segundo, lo que significa que el cerebro humano tiene la impresión de un movimiento contínuo, cuando las imágenes registradas por el ojo se suceden a razón de, al menos diez por segundo.
Los hermanos Lumiére fijaron en 16 por segundo el número de imágenes que su cinematógrafo debía registrar, para que los asistentes a las proyecciones pudieran disfrutar de la ilusión del movimiento de las imágenes.
En 1893 Thomas A. Edison, secundado por el escocés W.K. Laurie Dickson y el francés Eugene Lauste, presentó en la Exposición Universal de Chicago, el Kinetoscopio, que era una gran caja, que en su parte superior tenía un visor, por el cual el espectador podía ver imágenes en movimiento.
El Kinetoscopio de Edison tenía la apariencia de un gran mueble para el hogar, pesaba 50 kilos y en su interior contenía una película de 35 milímetros de ancho, perforada a los lados, que pasaba frente a una fuente de luz, al impulso de pequeñas ruedas dentadas. Este sistema de avance no era muy perfecto, pues solía producir unos molestos saltos en la imagen, este desperfecto lo mejoraron los hermanos Lumiére, al igual que la experiencia solitaria de ver las imágenes, la transformaron en un acontecimiento social, pues a las proyecciones del cinematógrafo, podían asistir muchas personas.
La base sobre la cual trabajaron Auguste y Louis Lumiére, para desarrollar su invento y legarnos el medio de entretención de mayor impacto social, fue el Kinetoscopio de Thomas Alva Edison
( inventor del fonógrafo).
En marzo de 1895, la elite de la Sociedad de Fomento a la Industria Francesa se dio cita en París, para asistir a una presentación privada que realizaron los hermanos Lumiére. Se trataba de la proyección de la primera película filmada por ellos, que se titulaba “Salida de los obreros de la fábrica”.
Después vendrían otras, como la célebre “Regador regado”, que es considerada por muchos
historiadores del Séptimo Arte, como la primera cinta humorística. Además no se puede dejar de
mencionar la primera película que causó espanto y horror en la sociedad francesa de finales del
siglo 19, que se titulaba “La llegada de un tren a la estación de la Ciudad”, la cual cuando fue
proyectada, causó que muchos espectadores saltaran asustados de sus asientos, temiendo que la
locomotora los aplastara.
El interés que despertó el cinematógrafo fue muy grande, y muchas personas se sintieron motiva-
das a hacer películas, algunos por la novedad, otros por el interés científico y la satisfacción de
poder reproducir imágenes en movimiento.
Lo que permitió que el Cine creciera como experiencia colectiva, fue el éxito comercial de las
primeras proyecciones, las cuales no superaban los 60 segundos de duración, esto se puede
ejemplificar con la primera función de los Lumiére, que contó con sólo 33 asistentes, pero como
la noticia se difundió rápidamente , al poco tiempo se vendían hasta 2000 entradas diarias. Las
18 funciones que se daban no eran suficientes para satisfacer la demanda, por lo que en muchas
ocasiones los organizadores de las proyecciones, debieron acudir a la policía, para poder contener
a las multitudes de entusiastas que querían ingresar al cinematógrafo. Todo esto hacía evidente,
que invertir en el cine era un buen negocio.
El éxito económico que auguraba esta actividad, permitió que surgieran nuevos realizadores y
productores que comenzaron a rodar secuencias de la vida diaria, los cuales en su afán por tener éxito comercial, optaron por copiar las películas de los Lumiére
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